HAMBRE FISIOLÓGICA Y HAMBRE EMOCIONAL

¿Las sabes identificar?

Sentir hambre y tener hambre no son lo mismo. “Tener hambre” tiene que ver con una situación fisiológica en dónde existe la necesidad de un alimento. Por su parte el “sentir hambre” es la acción de comer para consolar o silenciar una emoción. 

El cerebro es el encargado de transmitir sensaciones placenteras, entre muchas otras cosas más. Al consumir un alimento (estímulo), el cerebro libera neurotransmisores: serotonina y dopamina principalmente, encargados de nuestro estado de ánimo. Por otra parte, la alimentación, al ser un acto social, se le relaciona con felicidad, placer y compañía. 

Para poder identificar si se tiene hambre emocional o hambre fisiológica, es necesario detenerse a observar la situación y ser conscientes de las razones por las cuáles se va a ingerir los alimentos. Para esto, hay que establecer las diferencias entre ambas:

¿QUÉ ES EL HAMBRE FISIOLÓGICA?

Es ese estado en el que sentimos la necesidad de consumir alimentos. El equilibrio entre el hambre y la saciedad, está controlado por el sistema nervioso central ante la llegada física del alimento al estómago. 

El hambre fisiológica, por tratarse de un mecanismo biológico, está influenciado por varios parámetros biológicos: ciclos circadianos, temperatura corporal, peso actual, porcentaje de tejido adiposo, de masa muscular, nivel de estrés, horas de sueño, déficits nutricionales, ciclos menstruales, entre otros.

Algunos factores te ayudarán a identificar cuando el hambre es fisiológica.

• Es gradual.
• Aparece tras al menos 2 ó 3 horas posterior a tu última ingesta (a menos, que quedaras con hambre en la última comida).
• Tu foco estará en nutrirte, en alimentos reales (verduras, frutas, pescado, frutos secos…).
• Se autorregula, es decir, cuanto más comes, más saciado/a te sientes, y te resulta “sencillo” detener la ingesta una vez te sientes satisfecho/a.
• Sientes que aunque no comas inmediatamente, puedes esperar a comer más tarde.
• No la asocies a sentimientos desagradables (p.ej.: no te sientes culpable por sentir hambre fisiológica).

Ahora bien: ¿QUÉ ES EL HAMBRE EMOCIONAL?

Los recuerdos felices o tristes también influyen en lo que comemos, en la cantidad o en el lugar dónde nos gusta comer, refiriéndonos entonces al “hambre emocional”.

Consumir algún alimento, asociado a cierto momento feliz, es una manera de culminar el deseo de volver a sentir esa sensación. Por ejemplo: en época de exámenes, la cual está marcada por estrés e inseguridades, es probable que tu organismo te pida urgente algo de seguridad. No es de extrañar, que te pida ese pan con café que desayunabas en casa de tu abuela, cuando tu máxima preocupación era jugar,  y la seguridad estaba (valga la redundancia) asegurada.

Asimismo es importante incluir el factor “entorno socio-cultural”. Queramos o no, vía condicionamiento clásico, cada día realizamos diferentes asociaciones, por ejemplo; Vino = Elegancia, Arepa = Desayuno, Torta = Celebración, etc. Esas asociaciones existen, las vamos interiorizando, y asumiendo como “normales”. 

Algunas características del hambre emocional, son:

• Aparece de repente, sin previo aviso.
• Te pide alimentos concretos. Por ejemplo: galletas de chocolate de una marca específica, etc. Raramente, el hambre emocional te pedirá comer… lechuga verduras, por ejemplo.
• Puede aparecer al poco rato de la última ingesta.
• Si no comes el alimento que “te pide”, probablemente seguirás teniendo hambre.
• Es urgente: sientes que has de comer algo, ¡pero ya!
• Aunque te sientas lleno/a, sigues queriendo comer.
• Genera sentimientos desagradables (por ejemplo: culpa, vergüenza, etc.).

En conclusión, existe una relación bidireccional entre alimentos y emociones: la comida nos produce ciertas emociones, y las emociones nos llevan a comer ciertos alimentos. El hambre fisiológica y el hambre emocional suelen estar más entrelazadas de lo que pensamos. Es necesario aprender a convivir con ambas, porque ambas van a estar siempre presentes.